07/05/2022

Historias de La Julia: Don Rito, personaje taciturno y destino práctico

Historias de La Julia: Don Rito, personaje taciturno y destino práctico
Captura de pantalla 2022-05-07 a la(s) 10.54.30
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Por Ricardo E. Garbers.En la década del 20 del siglo pasado, La Julia era casi un centro poblado en medio de la inmensidad norpatagónica. En su casco sobre la Ruta Nacional 250 vivían unas seis familias y un nutrido grupo de paisanos que atendían las tareas de campo del establecimiento agrícola ganadero que se encontraba en plena expansión por aquellas épocas.Dichas tareas eran de lo más variadas, además de las tareas inherentes al ganado vacuno y ovino desarrollaban otras como como la instalación de molinos y aguadas, alambrados y caminos, emparejamiento de suelo para su posterior riego con agua extraída de cauces menores del Rio Negro mediante bombas elevadoras movidas por locomóviles o grandes motores a vapor que requerían de cuadrillas de leñadores para mantenerlas en funcionamiento e innumerables tareas más.
Entre toda esa cantidad de personal pasaba casi desapercibido Don Rito, del que poco se sabía de sus orígenes. Su tarea cotidiana era la de estar atento a que no falte agua y pasto a los caballos de andar, ya que eran fundamentales para el manejo de la hacienda lanar, equina y bovina y para las casi constantes recorridas que eran necesarias para estar al tanto del estado de la hacienda, la evolución de los pastos y como estaban las aguadas.
El trabajo de Don Rito era de apoyo, casi no se veía, pero allí estaba cuando un peón de campo iba a agarrar su caballo a la madrugada para ensillarlo y el pingo estaba bien alimentado y preparado para las habitualmente rudas y extenuantes tareas de campo. No existía la opción de tener un caballo flaco o mal alimentado y Don Rito era el silencioso responsable de ello.Don Rito era ya un hombre mayor, taciturno, entre la multitud de peones de campo que a la hora de churrasquear a la mañana antes que salga el sol se saludaban después de unos mates y algún pedazo de carne asada de oveja sobre una media galleta y rápidamente iban a ensillar para iniciar las tareas del día o a la hora de almorzar en que reían entre chistes y cuentos, mientras Don Rito encorvado sobre su plato de sopa o puchero se alimentaba en silencio.Don Juan Tripeilao, era en esos tiempos un hombre ya hecho, de unos 25 años, que según contaba mi padre, ya estaba asentado en la zona cuando mi bisabuelo compró el campo en 1908.Ese día, el de esta narración, a Don Juan le pareció extraño que a los caballos les faltara pasto en el comedero del corral por lo que fue a preguntarle a Don Rito cual era el motivo de ese faltante. Lo buscó entre las casas del personal, pero no lo encontró. Debe haber pensado “vaya uno a saber dónde esta Don Rito”El tema del pasto para los caballos había que solucionarlo sea como sea, entonces Don Juan encaró para el galpón del paso, aledaño al corral de los caballos, abrió el portón de chapa y subió a la estiba de fardos por la escalera que conformaban los mismos fardos escalonadamente para llegar a la parte superior y utilizar los fardos de arriba en primera instancia.
Seguía pensando Don Juan mientras subía a la estiba acerca de dónde estaría Don Rito hasta que al llegar arriba levantó la vista y se encontró a Don Rito colgando ahorcado, pendiendo de un tirante del techo del galpón. Se encontró casi cara a cara con Don Rito y quedó paralizado por un instante por la impresión y la sorpresa. Y acto seguido, al salir de esa parálisis momentánea salió como disparado, mezcla de miedo, terror y velocidad, para informar lo sucedido, allá en la casa principal.La gente en La Julia estaba más que impactada, casi como aterrorizada por el hecho que Don Rito haya tomado tal extrema y trágica decisión de quitarse la vida. Nadie entró al galpón para no alterar el escenario, pero más era por el terror de tener que presenciar al cuerpo de Don Rito pendiendo de una soga a tres metros de alturaLo más rápido posible se informó a las autoridades policiales de Paso Peñalva, distante a 30 kilómetros por camino de ripio, las que destacaron una comisión de tres agentes que sin pérdida de tiempo se trasladaron hasta La Julia para intervenir en el hecho policial y llevar a cabo las primeras actuaciones.Cuando arribaron a La Julia seguía el alboroto, llantos de mujeres y el impacto emocional había hecho que nadie se acercara al galpón del pasto.La comitiva policial con Don Juan y algunos otros peones más entraron al galpón y después de intercambiar algunas frases organizándose procedieron a subir a la estiba de pasto para bajar el cuerpo del finado que continuaba pendiendo de un alambre del travesaño del techo. Sujetaron el cuerpo, se cortó el alambre, entre varios bajaron el cuerpo y lo sacaron afuera del galpón donde lo tendieron en el piso.Uno de los policías pidió la tenaza que se había utilizado para cortar el alambre de donde pendía Don Rito, para cortar el alambre que aún se ceñía a su cuello y al cortarlo los pulmones de Don Rito emitieron un fuerte y sonoro ronquido que sorprendió a todos los presentes, incluidos los policías, que salieron disparados aterrorizados y no pararon hasta llegar a las casas desde donde miraron de lejos el cuerpo de Don Rito por un largo rato.
Nadie quería acercarse, vaya uno a saber que podía pasar. Don Rito quedó un largo rato al sol, con la tenaza a su lado como mudo testigo de la intervención policía, pero a la media hora era evidente que Don Rito seguía muerto, acostado en el playón delante del galpón del pasto, por lo que acercaron y procedieron a llevarlo hasta un dormitorio del personal para acostarlo en una cama y realizar todo lo que se le realiza a un difunto para prepararlo para su entierroA Don Rito lo enterraron del otro lado de la Ruta nacional 250 en el Cuadro de las Viejas, al lado de un Chañaral y cercano a un gran pedregullal.Contaba Pilo que alguna vez, de noche, se vieron luces, como de velas en las inmediaciones de donde estaba enterrado Don Rito sin saberse nunca de quien se trataba ya que a Don Rito no se le conocían parientes ni allegados, por lo que esa zona era evitada por carruajes y jinetes luego de la caída del sol.Con el tiempo, unos 45 años después en 1969, se comenzó a asfaltar la Ruta Nacional 250 y enfrente de La Julia se instaló el campamento de la empresa que tuvo a su cargo la obra: Hidrovial.La obra del tramo de La Julia duró dos años, con una intensa actividad de empelados, camiones y maquinaria vial. Para elaborar el material para la carpeta asfáltica se utilizaba asfalto, ripio y algunos aditamentos más. Se utilizó tal cantidad de ripio que atrás del campamento quedó una gran depresión de una media hectárea que incluso llegaba hasta la napa freática creando un pequeño ojo de agua de unos 50 metros de diámetro.Pilo me contaba que según sus cálculos los restos de Don Rito habían pasado a formar parte de la carpeta asfáltica de la Ruta Nacional 250 entre los kilómetros 228 y 232. Un práctico destino post-morten de Don Rito.Ricardo E. Garbers -  Abril 2020
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