30/04/2022

Historias de La Julia: El ahijado rebelde y poeta

Historias de La Julia: El ahijado rebelde y poeta
Captura de pantalla 2022-04-30 a la(s) 11.08.14
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Por Ricardo E. GarbersEmilio German Andrich fue el ahijado de mi abuelo Emilio Garbers.Cuenta la tradición oral que era el año 1918, teniendo Emilito 16 años y viviendo en Buenos Aires, discutió un día con su padre y ahí nomás decidió viajar a Choele Choel, Río Negro sin decirle nada a nadie, pero con la confianza inocente que su padrino le daría albergue en la Estancia La Julia, distante a 60 km de la población.Emilito, como solían decirle, conocía muy bien el trayecto y en Choele Choel se movía con soltura porque por lo común durante los veraneos acompañaba a su padrino a hacer los mandados y compras de rutina en jornadas que empezaban muy temprano, al amanecer transitando caminos de ripio o tierra para llegar al pueblo ni bien abrían los comercios y oficinas, para finalizar con el listado de tareas a eso de las 11 para llegar de regreso a la estancia para almorzar. Emilio conocía muy bien el paño de Choele Choel.[caption id="attachment_154363" align="aligncenter" width="366"] Emilio con Elvira Lehmann y Agustina (aprox 1915)[/caption]
Tan es así que una vez que llegó a la estación de ferrocarril no tuvo inconveniente en hacerse trasladar desde la misma estación hasta el pueblo y alojarse en el Hotel Argentino invocando ser ahijado de Don Emilio Garbers, de la Estancia La Julia.[caption id="attachment_154364" align="aligncenter" width="512"] Vista de la Av. San Martin, Choele Choel, en esa época[/caption]
Habrían pasado no más de dos días, cuando le llegó la información a Don Emilio que su ahijado estaba en Choele Choel alojado en el mencionado hotel, ante lo cual no dudó un segundo y mandó a buscarlo de manera inmediata.Emilio Andrich, llegó a la estancia y se presentó frente a su padrino con temor y timidez quizás sabiendo que no había hecho las cosas bien. Narró su discusión con su padre en Buenos Aires y contó que había decidido venir a trabajar a la estancia de su padrino en las tareas de campo y cualquier tipo de ayuda que pudiera hacerse cargo.Llamó Don Emilio al capataz del momento y lo instruyó que le diera una azada y que comenzara a cortar las malezas del jardín que rodeaba la casa y que luego siguiera con el monte de pinos y eucaliptos para terminar desmalezando toda la quinta y el monte frutal que separaba la casa principal de las casas del personal.
Una vez que Emilio Andrich se encontraba realizando las tareas encomendadas Don Emilio llamó nuevamente al capataz y le dijo que entregara a Emilio Andrich un cuero de oveja y una cobija, que le buscara un lugar en las habitaciones del personal para alojar a su ahijado mientras estuviera en la estancia y que comiera junto con el personal de campo.
Nada se sabe de cuánto tiempo pasó, pero un día Emilio Andrich se acercó a la casa principal ya que quería hablar con su padrino y fue atendido por él con el ceño fruncido y la seriedad propia de un hijo de inmigrante alemán.
Mirando para abajo, solo balbuceó:- Padrino, quería pedirle si me ayuda para regresar a la casa de mis padres en Buenos Aires -.A lo que su padrino le respondió:- Vaya nomás a seguir con su tarea, le avisaré luego que hacer - dijo su padrino con cara de pocos amigos.Cuenta la tradición oral que Emilio regresó a Buenos Aires, retomó sus tareas y se recibió de perito mercantil, ingresando en la empresa maderera Spinetto donde desarrolló una exitosa trayectoria hasta culminar en tareas propias de gerente general ya que fue el hombre de confianza de la familia propietaria.[caption id="attachment_154365" align="aligncenter" width="512"] Emilio Andrich en el corral de los pavos[/caption]
Emilio Andrich siempre iba a La Julia, ya de grande, en cuanta oportunidad se le presentara, era conocido del personal de campo y de la vecindad con quienes el trato era de igual a igual.[caption id="attachment_154366" align="aligncenter" width="512"] De izq a der: Apo, Nenepa, Emilio Andrich, Pilo, Bucci y Petelo (1933) [/caption]
Respetó y quiso no solo a su padrino y su familia sino también a la Estancia La Julia hasta el punto de hilvanar esos hermosos y sensibles versos que conforman "Décimas para un adiós" en que refleja con tanto cariño y añoranzas su paso por esos pagos patagónicos.[caption id="attachment_154367" align="aligncenter" width="512"] Emilio Andrich junto a Mariano Quidel (Millayán), capataz de la estancia[/caption]
También es el autor de “Ió, Fermín y Juan Valdez” donde relata las andanzas de un lugareño de 1920 hilando capitulo tras capítulos versos intensos que reflejan casi como cinematográficamente las estampas de la estepa norpatágonica que le tocó vivir.Uno de sus poemas, denominado Siesta, es tan sencillo como profundo para los que comprendemos lo que significan las inmensidades del norte de la PatagoniaUn chañary un borregolo demás: arena bajo un sol de fuego.Ni cuervos ni lagartijas:nada más que un gran sosiego un chañary un borrego ...