29/01/2022

Historias de la Julia: Una semblanza del Ing. Emilio Garbers, por el poeta Emilio Andrich

Historias de la Julia: Una semblanza del Ing. Emilio Garbers, por el poeta Emilio Andrich
Familia Garbers, La Julia
Familia Garbers, La Julia

(*)Recopilación Ricardo E. GarbersPara reflejar, aunque sea, en síntesis, las características que destacan a una persona y su recorrido vital, se sabe que se la debe instalar en sus orígenes y en el espacio en que se desenvolvió. Por ello nos detendremos primero, brevemente, en los perfiles de los padres de Don Emilio Garbers.En Abril de 1887 contraen enlace en la Iglesia Evangélica Alemana de Buenos Aires, Don Enrique Federico Guillermo Garbers, alemán de 28 años de edad y profesión técnico constructor, y Doña Julia Ginsberg, suiza francesa algo más joven que él.Ambos se conocieron en La Plata mientras Don Guillermo se hallaba al frente de la construcción del Museo, bajo la dirección personal del destacado hombre de ciencia y explorador Don Francisco P. Moreno cuya relación y amistad cultivó.De aquel matrimonio nace un año después, o sea el 22 de Julio de 1888, Don Emilio Garbers que trae a la vida las dos corrientes conjugadas que le caracterizaron definitivamente: por parte del padre su inquieta actividad, su rectitud y también en buena parte su tesitura germánica, parco e ingenuamente fecundo en ilusiones y optimismo que tanto contribuyeron después en su permanente búsqueda visionaria pero precursora del progreso que anhelaba para su región del Rio Negro.Y en cuanto a la madre, Doña Julia, hereda de ella la corriente sensible, modesta y recta, que conservó siempre oculta con humilde celo y que solo afloraba reprimida frente a grandes sinsabores o que generosamente prodigaba a sus allegados y sus hombres de campo con los que convivió como uno más.Nació apenas fundada La Plata, ciudad en la que el padre encontró finalmente ese clima civilizador y promisorio que Rocha imprimía a su creación. Era el impulso que necesitaba, luego de cinco años de infructuosas tentativas en Buenos Aires y Paraguay, para concretar sus ambiciones juveniles y desarrollar su capacidad técnica adquirida en los liceos alemanes.Así fue que tomó a su cargo – como dijimos antes- la dirección de la construcción del Museo de La Plata, que para ese entonces era una obra de real magnitud, en la cual tuvo su propia vivienda para dedicarle el mayor tiempo posible.Además intervino en el proyecto y construcción de la Catedral de la misma ciudad, a la que prestó su generoso concurso profesional y finalmente luego de desempeñarse en diversas obras fue llamado para efectuar la ampliación de la Cervecería Quilmes, la que puede decirse que construyó en su totalidad durante varios años de trabajo.En resumen, estos antecedentes fijan el contorno dentro del cual se condensan los caracteres impresos a sus dos hijos: don Emilio, el Ing. Agr. y el Dr. Otto Garbers, el abogado.De ese padre emprendedor y de doña Julia que fue toda su vida una mujer hacendosa, hereda Don Emilio, como dijimos, esa actividad un tanto incontrolada pero sin pausas, lleno de iniciativas que ahincadamente promovió en su campo, así como en Colonia Josefa y en la Isla de Choele Choel, durante los 60 años que dedicó a la estancia “La Julia”, compartiendo su dirección con su hermano que lo secundaba desde Buenos Aires.Penetrando ya en la fase de su trayectoria en el campo, vale decir que la estancia originalmente denominada “Chañares Altos” compuesta de 20.000 hectáreas adquiridas por Don Guillermo en 1908 a las que se agregan luego más de 12.000 hectáreas fiscales, es menester no perder de vista que en aquellos años aún quedaban visibles rastros, en el valle, de los vivaques indígenas y que si bien la estancia estaba precariamente poblada, hubo que erigir a fuerza de pulmón, viviendas, galpones, aguadas, etc., sembrar alfalfares, plantar exitosamente los primeros frutales del valle, cuyas muestras exuberantes se exhibieron durante largo tiempo en las vidrieras de la estación ferroviaria Bahía Blanca como promoción del F.C.Sud, bajo el rótulo de “provenientes de la estancia La Julia”.Simultáneamente se movían despaciosas las diez carretas (N. de la R.: Una de estas carretas se exhibe actualmente en Choele Choel) que rolaban como bajeles bamboleantes con su carga de alfalfa o sus lienzos de lana en las huellas desérticas que a través de Paso Peñalva conducían a Choele Choel.En medio de ese ambiente de soledad, entonces tremendamente distante de la Capital,  Don Emilio – tal vez atraído por el magnetismo telúrico de la Patagonia que cautivó a muchos colonizadores – estableció allí su hogar con Doña Maria Eugenia Bianchedi mientras emprendía la apasionada tarea de pionero, con los primeros locomóviles “Ruston” a vapor, con esquiladora mecánica también a vapor, con varias chacras alfalfadas, con nuevos jagüeles, molinos, corrales y hasta instalando en esa época, un teléfono particular que lo comunicaba con los cinco puesteros alejados de la estancia, y con la oficina de Correos de Colonia Josefa que estaba a 3 leguas de distancia.Y fue a través de la Comisión de Fomento de dicha Colonia, integrada con Don Marcelino González y Don Pancho Bellocchio, los que bregaron sin descanso por la concreción del proyecto oficial de riego de Pomona a San Antonio, al mismo tiempo que trabajaba en un proyecto propio de canalización de Colonia a Castre.Además fue una cotidiana preocupación de los tres el funcionamiento regular y permanente de la escuelita primaria establecida en la Colonia a la que mucho contribuyeron.Entre tanto, en el año 1912 o 1913, cuando penetrar en las “travesías” era enfrentarse a las incertidumbres del páramo, la estancia disponía ya de un automóvil doble faetón “Lloyd” que había sido traído para la Exposición de 1910, cuyo tamaño y figura inconfundible despertaba la máxima curiosidad de los pobladores.Con ese coche emprendió Don Emilio y dos o tres amigos en el año 1914 un viaje a Bariloche por la ruta, o mejor dicho la huella de Valcheta; sin duda una aventura.Otra de sus tantas preocupaciones fue el proyecto de una línea ferroviaria de Choele Choel a Conesa, por el valle, que propició largo tiempo, ante aquel inconfundible inglés Gerente del F.C.Sud, Mr. Edy, cuya personalidad progresista favorecía esos alientos. Y así tantas otras inquietudes.Todavía quedarán algunos que han de recordar a Don Emilio moviéndose en tramitaciones por la navegación del Río Negro, por la mejora y cuidado de las balsas, por relevamientos de producción de alfalfa como representante del Ministerio de Agricultura, por los regímenes de lluvia, por la ruta 250 y finalmente por la Sociedad Rural de Choele Choel, de la que fuera uno de sus fundadores y su Presidente hasta que falleció.Como se ve, un hombre inquieto, luchador, de nobleza interior y sanas virtudes, que dentro de las limitaciones de aquellos años, la esterilidad de muchos esfuerzos ante las autoridades y las alternativas que exigían las contingencias cotidianas, tuvo la visión de impulsar sin desmayos, cuanta idea de progreso se relacionara con el avance de la región.No fue “hombre de a caballo” en el sentido que se le da a esa imagen en el campo, pero si fue un asiduo jinete, con buenas tropillas de alazanes anglo normandos que procuraba de la Dirección de Remonta del Ejército para cruzar con la caballada pampeana.Le encantaba salir a recorrer y trabajar con sus “mensuales” para quienes mantuvo una tutela paternal, que hizo que muchos paisanos se aquerenciaran y murieran de viejos bajo su protección. Sabía mandarlos con modales serenos pero firmes y lo respetaban porque estaba compenetrado de los trabajos que ordenaba y compartía.¿Quién no lo recuerda con sus clásicas bombachas sujetas por tiradores y su gorrito “Gath y Chaves” blanco, sencillo, carente de jactancia, con paso dinámico detrás de sus quehaceres en Paso Peñalva, Lamarque, Beltrán o Choele Choel?En cambio cuando iba a Buenos Aires conservaba la rectada presencia del hombre de campo pero sin desmerecer la apostura ciudadana y culta que traía del hogar paterno y de sus pasos universitarios. Era muy medido en su vida privada; no tenía vicios, no fumaba ni bebía.Tuvo cinco hijos pero perdió a su esposa muy joven y desde entonces hasta su muerte a los 82 años, supo sobrellevar en sigilo, sin reproches y sin claudicaciones su soledad, cuyo destino aceptó y respetó conservando en los ocultos repliegues del corazón la luminosa imagen de la compañera, con la fortaleza de los grandes.Su vida se extinguió el 19 de Marzo de 1969.Así vimos, conocimos y valoramos la personalidad del recordado Ingeniero Emilio GarbersEmilio Germán Andrich(*) Emilio Germán Andrich (16/5/1905 – 11/4/1993): Escritor y poeta. En su condición de ahijado de don Emilio Garbers, desde su infancia conoció la estancia la Julia y durante su vida siempre se mantuvo en contacto con la región. A partir de su experiencia en la zona, fue capaz de retratar en sus obras la vida y el paisaje patagónico de la época.

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