29/01/2022

La historia de Amores Truncos, el libro que cuenta la mayor tragedia que vivió el Valle Medio

La historia de Amores Truncos, el libro que cuenta la mayor tragedia que vivió el Valle Medio
99A00C96-C51E-40C5-AF2A-A794EE3A50AE_1_201_a
99A00C96-C51E-40C5-AF2A-A794EE3A50AE_1_201_a

Conocí a Mariano cuando yo era ya una mujer de más de treinta, y él apenas un niño. De la mano de su abuela la mítica “Chola” Grizy se apersonaba en las presentaciones de mis libros, como un adulto más.Pasados los años, nos reencontramos allá por el 2007. Yo estaba volviendo de una larga estadía en pagos barilochenses, él intentaba terminar su Licenciatura en Folklore. Nos vimos en "El Viejo Café" y charlamos de la vida. Él ya tenía en mente a "AMORES TRUNCOS", yo estaba con la vida en vilo, como muchas veces me había sucedido a lo largo de los años. No dudamos en ponernos a trabajar juntos.Ese trabajo se prolongó durante nueve largos años, y un día, allá por noviembre de 2016, vio la luz AMORES TRUNCOS, la novela que nos terminó de hermanar. Si bien él me funciona (hasta el día de hoy) como un hijo más, nuestros diálogos son más de hermanos que de madre-hijo. Porque no hay tema que no podamos encarar “sin pelos en la lengua”, como hicimos desde el primer día en que nos reencontró la vida.Éste es el resultado de nuestra última charla.Seguramente hay mucha gente de Valle Medio a la que le gustaría saber cómo se te ocurrió la idea de escribir AMORES TRUNCOS, Mariano…Yo estaba terminando la Licenciatura en Folklore en el IUNA de Buenos Aires, cursando justamente la materia Modelos de Investigaciones Folklóricas, que abarcaba más que el folklore o la danza, el saber y las costumbres del pueblo. La docente María Inés Palleiro (que años después prologara el libro) nos había propuesto que trabajáramos la entrevista biográfica como modelo: tomar un caso y analizar la vida de una persona. Me acordé de lo que me fascinaba desde mi infancia, en esas épocas en que iba al museo de Moni Gundín y leía todo lo referido al accidente de la balsa; ella me hablaba mucho de ese hecho. Entonces se me ocurrió hacerle una entrevista biográfica a una persona que había sobrevivido al accidente.En el primer viaje a Beltrán hice esa primera entrevista, más otras tres en los posteriores cuatro días. Ya venía pensando en escribir algo. Una de ellas fue al peluquero Gómez, cuyos hermanos habían muerto en el accidente. Me facilitó otra información, más recortes de diarios y demás. Ya obsesionado con el tema, cuando volví a Buenos Aires me metí en el Archivo General de la Nación y en la Biblioteca del Congreso; seguí registrando y recolectando información sobre el rastreo que había hecho Prefectura de la Nación en el lugar del accidente. Ordené todo conforme iba sucediendo la aparición de los cuerpos, y esa fue la base para imaginar todo el proceso: desde el accidente, hasta cuando se entierra la última persona.En un segundo viaje me encontré con una gran demanda de personas que querían contar del accidente, algo que nunca antes había sucedido. Se había establecido como una especie de gran silencio alrededor de aquel malhadado día: no se hablaba del tema! Como un pacto secreto entre todas las familias protagonistas de la pérdida.Quedaba uno de los hermanos Keding, que tenía seis años al momento del desastre, y que ya contaba con unos ochenta. Fue una entrevista muy dura. Habló cosas que nunca se habían dicho. Comenzaron a aparecer un sinfín de preguntas, y también aparecieron historias entretejidas, que fueron atizando cada vez más mi curiosidad.Uno de esos niños antiguos, la hija de Avelina Montiel, me pidió llorando que averiguara quién era su padre. Y apareció mi gran pregunta, mi gran desafío: Cuál era mi rol dentro de la historia? Para qué estaba haciendo esa investigación? Eran temas muy delicados de identidad los que estaban surgiendo, cuál era la línea ética para trabajarlos?Mientras me iba preguntando para qué estaba haciendo todo eso, cada vez me llegaban más personas para entrevistar. El encuentro con la hija de Avelina me dio la pauta de que habían quedado tantas cosas sin resolver, tantas preguntas, tantos secretos. Todo daba vueltas y vueltas en mi cabeza, mientras seguía recabando información sobre "los 29".Las entrevistas eran muy ricas. Hubo una que le hice a "Chiqui" Galván y a su hermano que corría en bicicleta; ambos vivían en Choele. En cada entrevista iba preguntando sobre los otros protagonistas; todos mis entrevistados ya andaban por los ochenta, y me contaban características y particularidades que no se habían perdido; mis informantes ya estaban más allá de todo, contando la intimidad real de cada persona. Ahí estuvo la base de toda la información sobre cada personaje.Otro de los puntos de inflexión fue cuando me encontré con tanta información que no sabía ya qué forma darle. Cómo había sido el accidente, pero también sobre la historia y las costumbres de las personas que desaparecieron; el después del accidente, cómo quedaron esas familias a raíz del desastre. Todo eso seguía dando vueltas en mi cabeza.En medio de esa confusión, me encuentro con Aída. Le cuento que necesitaba alguien que me guiara en la tarea de empezar a escribir, y ella me escucha y me propone darle voz a cada uno de los 29. La primera fue una charla de amigos, y después, material en mano, surgió como naturalmente trabajar juntos.En cada encuentro fuimos eligiendo cada uno de los personajes, dándoles voz a raíz de la información que yo había recogido durante los dos años anteriores. Nos surgió la disyuntiva de lo que se podía hablar y de lo que no. Decidimos mostrar todo lo que sabíamos, corroborado por esa  información polémica con que yo contaba. Lo literario nos dio la libertad que necesitábamos para hablar de la violencia, el alcohol, las infidelidades… sin inventar nada. Todo se tapaba, pero todo se sabía.Usamos dos voces para cada personaje; una voz cuenta todo lo que la sociedad puede aceptar, y la otra voz cuenta lo que no se podía contar; esa dinámica la fuimos descubriendo muy de a poco. El libro ya estaba tomando su propia forma. Resolvimos el tema pasado-presente-futuro de cada personaje, tomando su voz como fantasma que vuelve aquí y ahora, para contar su historia: sus sueños, su pasado, su familia, su partida. Cómo eso afectó a la región entera.Vos ya tenías, desde el primer momento, el nombre del libro, AMORES TRUNCOS.Sí, ya lo tenía. En cada entrevista me encontré con historias de amor que no se pudieron concretar. Una de las historias más interesantes fue la de la maestra que estaba enamorada de Gadano; ella se salvó y él murió. Mucha gente me contó que ella se volvió a vivir con su familia, y que finalmente se murió de tristeza. Me llamaban tanto la atención esas historias truncadas por el accidente…Toda una región que quedó de luto años y años…Sí, eso se puso de manifiesto en cada entrevista de las que yo había efectuado. Ante tanto silencio, fue una decisión, tomada con Aída, el no callarnos nada. Poder darle una voz real a cada uno de ellos. El silencio y el misterio se transformaron en algo terapéutico (como lo que ambos somos hoy en día). Pudo haber gente que se enojó con lo que leyó. Nosotros estamos felices porque el bien mayor provocado por el libro fue abrir nuevamente temas que no se hablan: la violencia, temas sexuales y de adicciones. El libro se transformó en la excusa o el disparador para poder hablar de muchos temas de la propia vida.Creo que ante la muerte, cada uno de los personajes iba revelando muchas cosas. La muerte destapa otros miedos: las cosas que no se pueden decir, cuestiones de género, el rol del hombre, lo que significaba ser macho para la época. El libro habla de todo, y hubo también muchos temas que se dejaron leer entre líneas al juntar esas 29 personas, contando su vida. El libro es una invitación a hablar.Alguna vez me preguntaron sobre una segunda parte de AMORES TRUNCOS. Si te plantearas utópicamente una segunda parte, ¿por dónde pensás que podría ir el hilo conductor de un nuevo libro?Me encantaría elegir un heredero de cada uno de esos personajes, para ver en qué se sintió identificado. La historia familiar nos atraviesa a todos, uno no puede dejar de ser parte de esa historia, sobre todo cuando sucedió la muerte de alguien joven. Hubo un quiebre, un antes y un después a partir del accidente. Sería interesante ver cómo quedó cada familia, cómo se vivió después. También cómo se vivió a partir de la aparición de AMORES TRUNCOS. Una profesora definió a este libro como esa voz popular que cambió la historia de la región, permitiendo hablar los temas que no se hablaban, conformando la identidad de toda una región.Seguramente el libro cambió la historia de las familias, pero también la de la comunidad. El silencio y el anonimato se habían sumado al enojo, porque nunca se había hecho un homenaje a las víctimas. Tal vez AMORES TRUNCOS se transformó en el homenaje a esas vidas. Fue eso lo que intentamos hacer con Aída, con todo el cariño. Si a alguien le afectó negativamente, pedimos disculpas; fue parte del riesgo literario que asumimos. Ninguna vida es perfecta. Si mostrar estas 29 historias sirvió para que algunos temas se puedan volver a hablar en el ámbito familiar, bienvenido sea. Creemos que contar esta historia permitió esa faz terapéutica que muchas veces tiene el arte.Gracias Mariano por esta charla, que considero que no tuvo desperdicio.Nos abrazamos y despedimos con inmenso cariño, y también con el firme compromiso de continuar escuchando las voces que nos trajo la aparición de AMORES TRUNCOS. Infinitas voces de la historia de nuestra región.Aída Arias - Enero 2022(*) Aída Arias: Salteña de nacimiento, patagónica por adopción, autora de cinco libros, con tres más en preparación. Es profesora de historia, docente y terapeuta

Te puede interesar
Ultimas noticias