16/08/2020

La historia de Margarita “Tity” Abad, la portera de gran corazón, mate cocido y un pedazo de pan

La historia de Margarita “Tity” Abad, la portera de gran corazón, mate cocido y un pedazo de pan
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Choele Choel.- El pasado 11 de agosto se celebró el Día del Personal de Servicio de Apoyo en nuestra provincia. Y algunas personas dejaron huella y resulta oportuno recordarlas, como Margarita, más conocida como “Tity”, una portera especial.Hoy Tity, con sus 67 años, repasa con mucha emoción parte de su vida y, especialmente, los 36 años de profesión que le permitieron ser reconocida en varias ocasiones, tanto por los directivos de distintos colegios, como por los alumnos con quienes todavía guarda una cálida comunicación. Durante fiestas de los porteros, fue elegida como Reina del Personal de Servicio de Apoyo.Margarita contó que sus primeros pasos laborales fueron como escribiente – dactilógrafa, en el Juzgado de Paz de esta ciudad, donde el Juez era Domínguez (tío que la crió desde que falleció su mamá),  junto a su esposa Rosa Montobbio, hermana de su madre. Recuerda que estuvo con ellos hasta 1975, cuando se casó y se independizó.“Mi padre vivía en las chacras de Luis Beltrán, era chacarero, y conocido por ser el lechero del pueblo. Un poco alejado igualmente del centro. Cuando falleció mi papá, me vine a vivir con este matrimonio, para poder cursar mis estudios primarios y secundarios”, contó.

“Muchas veces salió de mi bolsillo comprar las viandas porque había chicos que tenían que estar gran parte del día en la escuela, este gesto me lo han reconocido muchas veces. Muchos de ellos hoy son profesionales muy conocidos y sienten un afecto hacia mí, lo que me llena de orgullo”, destacó Margarita

Los estudios primarios los hizo en el Colegio María Auxiliadora de General Conesa, allí quedó como alumna pupila. Los estudios secundarios fueron en el Colegio María Auxiliadora de Viedma, durante un tiempo, para luego finalizarlos en La Plata, Buenos Aires. “Allí estuve a cargo de una hermana de mi madre, la cual además era mi madrina, Olga Montobbio de López”, señaló.Ya casada, y con sus primeras hijas, comenzó a trabajar como “Madre Voluntaria” en la escuela 280, donde realizaba trabajos en el comedor de la escuela. El director era Arsenio García. Pasaron algunos años, y la llamaron a concursar para cubrir cargos como personal de servicios generales (portera). “Me inscribí para todas las escuelas, y la última en la que me anoté fue en la 215, Los Colonos, ubicada en sección chacras de Luis Beltrán. En esta última gané el concurso y quedé en esta inolvidable escuela, que recuerdo con tanto cariño”, dijo.Margarita vivía en Choele, y la odisea empezaba a las 6 de la mañana cuando pasaba el colectivo El Valle, era un urbano que recorría distintas localidades. Lo tomaba en calle Avellaneda y 9 de Julio todos los días. Y la dejaba en la entrada de Luis Beltrán y desde allí tenía que caminar 6 kilómetros para llegar temprano a la escuela. “No importaba el clima, tenía que llegar tempranito, porque debía que prepararle el café o mates a las maestras. Dora Cortes de Cuello, profesora de plástica, también hacia un recorrido como el mío todos los días”, recordó.Y desde muy temprano comenzaban a llegar los chicos de las chacras a caballo. “Algunos caminando, recorriendo grandes distancias para ir a la escuela, y cuando entraban, yo ya les tenía preparado su taza de leche, con un pedazo de pan, o un mate cocido”, contó y agregó que después ingresaban a clases. En ese momento ella empezaba con la limpieza de la escuela, y también el almuerzo.  Y cuando la tarde asomaba, volvía a realizar nuevamente la odisea de llegar a su casa. “Este recorrido lo hice por muchos años”, recordó con cierta nostalgia y comentó que los chicos de las chacras son muy distintos a los del centro.“Después conseguí el traslado a esta ciudad, ya que mis hijos empezaban a estudiar, y me ofrecieron la escuela Nº 330 del Barrio Maldonado, también todos los días caminando. Luego de unos años, me enviaron a la Escuela Técnica ENET “Amed Chaitelli”. Esta fue la última escuela en la que trabajé”, relató “Tity”.En la escuela técnica conoció a sus nuevos compañeros, como Mónica Agostinelli, Jorge Carrera, Hugo Catalano, Yayi Giles, Analía Ardaiz, Martin Iturbide y a su amiga incondicional “La Bomba Tucumana”, Gladys Arias Estrada, con la que mantiene una gran amistad de muchos años.El desafío en la nueva escuela era otro. “Ya no eran las largas caminatas o el tiempo viajando, sino que era trabajar con adolescentes”, reconoció. Margarita contó que venían muchos chicos de las chacras, y de distintas localidades, desde Pomona hasta Chimpay. Los chicos tomaban su desayuno, y luego muchos se quedaban almorzar porque a la tarde tenían taller, entonces decidían quedarse en la escuela. “Compartía muchas horas de charlas con estos chicos, que hoy son hombres y siempre me recuerdan o me saludan en la calle, o simplemente me presentan a sus esposas o esposos, diciendo ella es Tity, la portera de la ENET”.“Recuerdo que estaba Alicia Pecotche de Calvo como directora, con la cual tuve una hermosa amistad”, mencionó y contó que en muchas ocasiones, cuando la jornada escolar finalizaba, les repartía leche o la comida que había quedado a los chicos que notaba que eran de bajos recursos. “Muchas veces salió de mi bolsillo comprar las viandas porque tenían que estar gran parte del día en la escuela, este gesto me lo han reconocido muchas veces. Muchos de ellos hoy son profesionales muy conocidos y sienten un afecto hacia mí, lo que me llena de orgullo”, destacó feliz.Y un día llegó el tiempo de decir adiós a todas estas cosas. En 2018 llegó el momento de jubilarse y le costó mucho el alejamiento. “En muchas ocasiones iba a la escuela y me decían no tenes que venir más, al principio de dolió mucho, pero luego me di cuenta que mis ex compañeros me los decían por mi bien”, recordó.Y hoy trata de ocuparse de su familia. Disfruta de sus 14 nietos, y 4 bisnietos, cuando puede. “Pero siempre cuando me tranquilizo en el día, pienso en todo el camino recorrido y que será de todos esos chicos que de alguna manera mimé o contuve afectivamente en las escuelas donde me tocó  trabajar”.

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