14/05/2023

Milei, el dirigente progresista

Milei, el dirigente progresista

Muchos jóvenes que votan por primera a vez a presidente o gobernador, nunca vieron a una argentina en crecimiento. Su adolescencia transcurrió entre las experiencias fallidas Cristina Kirchner, con la destrucción de los superávits gemelos; Mauricio Macri, con una inflación 54% y Alberto Fernández, con la inflación del 100%.Su vida pasa naturalizando que la música se escucha en Spotify, Argentina fue subcampeón y campeón mundial en sólo 8 años, la inflación sigue en aumento, la promesa de una tierra prometida que no llega y para quienes llegan al mundo laboral formal su salario estará por debajo de la canasta básica. La leyenda de la movilidad social ascendente de la que cuentan sus abuelos y padres es sólo eso, una leyenda. Ya irse a alquilar es una utopía. Y la única salida para muchos es Ezeiza, que producto de la poca capacidad de ahorro no tenemos una migración masiva a otros confines del mundo.En su mundo, la supuesta reactivación económica es producto de un mantra acuñado por una influencer: “Como no puedo irme de casa me la gasto en un Bar”. Esto expone que la posibilidad de planificar un futuro se vuelca a un gasto constante para capitalizar los ingresos cada vez más deprimidos en pequeños momentos sociales, renovando el placard o los productos tecnológicos.El sistema de partidos de los últimos diez años se basó en dos coaliciones que se anclan en el PRO y en el Kirchnerismo, ocupando el lugar central del antagonismo político nacional que en el siglo pasado ocuparon la UCR y el PJ. Estos movimientos políticos del siglo XXI se anquilosaron de manera acelerada, la frescura camporista pinta las canas de los 50 años de sus dirigentes y la alegría de globos de colores del PRO se convirtió en señores de traje y corbata que hablan en foros.El peronismo de los últimos años en lugar de tener una política para incorporar sectores al mercado laboral como en la década de los 40 y 50, centro toda su batería de políticas en leyes liberales y de asistencia residual, debilitando el tejido productivo y buscando el apoyo de sectores metropolitanos que nunca vieron al peronismo como una opción electoral.En la esquina contraria a este esquema surge un tipo de pelo revuelto, campera de cuero, que se deja las patillas para parecerse a Wolverine y con un Cadillac DeVille. No te promete futuro, te promete cambiar el presente, sacarlos “a patadas en el culo a los políticos de siempre”, te dice como cambiar la economía y te dice que lo hace ya.La cuestión temporal en la que habla Milei no es algo menor, en una época de tiempos cada vez más acelerados, de modas cada vez más cortas, él lo hace ahora, no te dice que necesitamos un segundo semestre o pasar el invierno. Comprende la urgencia de los grupos que más lo siguen, tiene un destinatario claro que son los hogares donde viven el 53% de menores de 17 años que son pobres, donde no hay posibilidades de hacer un sacrificio para esperar un cambio de la macro porque ya lo viene haciendo desde que nacieron.Quienes siguen a Milei no son neoconservadores, neoliberales o antipatrias, son en mayor medida personas que buscan más derechos, no menos, buscan poder irse de su casa, poder trabajar, poder proyectar un proyecto de vida. Ellos ven en Milei a un candidato que apunta a un aumento gradual del bienestar, a un mejoramiento del individuo, en otras palabras, ven a un progresista.Milei es la inclusión progresista, trabaja sobre la idea de un territorio sobrevolado: sobre una diversidad de lugares donde la política tradicional no hace foco y no comprende, porque la primera inclusión se da en la boca, la primera inclusión es la comida, y es lo que ofrece Milei, es una salida a la ausencia de futuro.*Licenciado en Ciencias Políticas. Especialista en Comunicación y Marketing Político.

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