Un estudio científico confirma los efectos positivos de las caricias y abrazos en la salud

Un estudio realizado por investigadores de la revista Nature Human Behaviour ha confirmado lo que muchos siempre han sospechado: las caricias y los abrazos tienen un efecto positivo en nuestra salud física y mental. El metaanálisis, que incluyó más de 200 estudios y a más de 13.000 personas, reveló que el contacto físico tiene la capacidad de reducir el dolor, los sentimientos asociados a la depresión y la ansiedad tanto en adultos como en niños.

Al recibir una caricia o un masaje, nuestro cuerpo libera sustancias relacionadas con el placer como la serotonina, las endorfinas y la oxitocina. Estas hormonas no solo nos hacen sentir bien, sino que también reducen la producción de cortisol, una hormona relacionada con el estrés. Este efecto beneficioso para nuestro bienestar se ve amplificado cuando las caricias o masajes se realizan en la cabeza, especialmente en la cara y el cuero cabelludo, ya que estas zonas tienen un mayor número de terminaciones nerviosas.

El estudio también destacó que los beneficios para la salud eran mayores en las cohortes sudamericanas en comparación con las de Norteamérica y Europa. Los expertos creen que esto se debe a diferencias culturales, ya que hay países donde el contacto físico está más estigmatizado o incluso se evita por completo. Asimismo, se observó que los pacientes con enfermedades físicas o mentales experimentaban mayores mejoras en su bienestar cuando se les proporcionaba contacto físico, posiblemente porque anhelaban esa cercanía y se sentían menos aislados.

Si bien aumentar el número de sesiones de contacto físico se asoció con mejores resultados en la depresión y la ansiedad, prolongar demasiado su duración puede disminuir el efecto positivo e incluso reducir el agrado del tacto. Por lo tanto, es importante que el contacto físico sea deseado y consensuado, ya que recibirlo sin consentimiento puede generar estrés y malestar.

La psiquiatra Pilar López destaca la importancia de establecer relaciones humanas cálidas, tanto en el ámbito médico como en nuestras relaciones personales. Siendo conscientes de los beneficios curativos que tiene el contacto físico, podemos consolar a los demás en momentos difíciles ofreciéndoles un abrazo o una caricia. De esta manera, contribuimos a aliviar su dolor, tanto físico como mental.