18/03/2021

Pablo Otazú y una vida sobre las tablas: "El teatro y yo somos lo mismo"

Pablo Otazú y una vida sobre las tablas: "El teatro y yo somos lo mismo"
Pablo Otazú5
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Luis Beltrán. Pablo siente el teatro impregnado en cada parte de su cuerpo, no puede imaginarlo separado de su vida. Quizá el origen haya comenzado cuando era apenas un niño, y cantaba con entusiasmo en una radio de Viedma. De hecho, muestra con una sonrisa que traduce nostalgia y cierto orgullo un pequeño disco que evidencia el paso del tiempo. "Ese disco me lo dieron a los diez años cuando ganamos un concurso", contó.Pablo Otazú está profundamente enamorado del teatro. Puede hablar de su esencia por horas sin descanso. Hace pocos días fue reconocida su trayectoria al ser invitado a participar del ciclo de Imprescindibles de la Escena Nacional, un conjunto de entrevistas a reconocidas personalidades del mundo teatral del país. "¿Qué significa? Sé lo que hice, tengo un recorrido y el delegado del Instituto me conoce mucho, como si fuera mi hermano, así que no eligió al azar".Se nota con claridad que el reconocido hacedor siente debilidad por el teatro social, el que transforma la vida de las personas. "Cualquiera puede hacer teatro", asegura, aunque muchos hablan de los dones. Para él, todo mentira. Una gran mentira. Claro, no todo el mundo puede ser Alfredo Alcón, aclara. Una de las consignas ineludibles del teatro comunitario es que nadie puede quedar afuera, y eso le gusta. "Por supuesto, el teatro del arte es mucho más exigente", señaló.Para Pablo el teatro no es para hacer terapia, aunque es terapéutico. Sirve para el crecimiento personal. "Tuve en obras a señoras que nunca habían vivido la experiencia y se sentían tan orgullosas porque eran felicitadas al día siguiente cuando iban a comprar algo. Cuando pasa eso, yo estoy bien pagado por el resto de mi vida porque es lo que busco", admitió.Entre las valiosas piezas cosechadas en su extensa trayectoria, Pablo toma con cariño los 36 años de vida del grupo Libres. Dice que ama su pueblo, Luis Beltrán. "Pero sé donde estoy parado, es un pueblo chico. Y los pueblos chicos, por lo general, no tienen teatro. Beltrán recorrió el país con el teatro y sus obras fueron distinguidas, incluso, fuera del país", dijo orgulloso.El grupo fue fundando por Hugo Cognigni y Pepe Reverte. Pablo fue invitado a participar del nacimiento y la primera obra que realizaron fue Los Girasoles de Sánchez Gardet. Luego llegó Hugo Aristimuño, responsable de otorgarle una perspectiva muy profesional al trabajo del grupo, en todo sentido. El primer escalón de ese trabajo fue Marí Marí Huinca, una obra que recorrió con éxito todo el país. Ganó premios e incluso fue representada en el Teatro Cervantes. Otra obra destacada fue Aqueronte, basada en una leyenda. "Nosotros nos tomamos el teatro en serio", sintetizó.

"El teatro y yo somos lo mismo. Yo vivo del teatro, y cuando no tenga más teatro, listo", aseguró Pablo

"¿Qué se necesita para ser un buen actor o buena actriz? Pablo piensa por unos segundos y asegura: es complejo. Explica que se ponen en marcha mecanismos personales en función del teatro. "El actor que asume Hamlet, por ejemplo, tiene que pasar por momentos terribles y si lo haces por arriba, el público no lo va a creer. Para eso tiene que aprender métodos", explica y define que el teatro es paradojal porque contas una mentira, pero de verdad. Un buen comienzo, asegura, es el teatro comunitario.Recordó que la última obra del teatro comunitario que hizo fue El Conventillo de la Paloma en Luis Beltrán. Y El Herrero y el Diablo en Choele Choel. También apareció en su memoria la historia del pesebre viviente que le propusieron hacer. "Tenían resistencia porque pensaban que yo era ateo", dice entre risas. Vio presentaciones que se habían hecho en otras ciudades del país y se imaginó la propia. Pidió una producción importante y la puesta se hizo durante 10 años. La última vez, actuaron 250 personas. Y 5000 espectadores, por noche, disfrutaban de la propuesta. Pasaron murgas de San Antonio y Río Colorado. El teatro no me regaló nada, asegura Pablo, porque "el teatro y yo somos lo mismo. Yo vivo del teatro, y cuando no tenga más teatro, listo. Parto". Su familia lo apoyó mucho, ese fue un pilar fundamental. Los grupos del país que pasaron por Luis Beltrán comieron y durmieron siempre en su casa.Ante la pregunta sobre cuál fue el personaje más complejo que le tocó interpretar en su carrera, Pablo se toma un tiempo para responder. "El que hice en Aqueronte, lo trabajé mucho. Tenía muchos cambios durante la hora y pico que duraba la obra", apuntó. El personaje principal era un político que iba escalonando hasta que llegaba a la cima, hacia el pacto con el diablo. "Era un drama importante, casi una tragedia porque el diablo siempre se cobra lo que le debes". Es imborrable para Pablo la sensación de calor que emanaron de las ovaciones en cada presentación de El Conventillo de la Paloma. "¿Sabes lo que es eso para los que participaron? en la obra había chacareros y médicos. Con eso me basta porque transformaste a la gente". 

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