12/05/2021

Recuerdos en el Día de la Enfermería: Mirta y Dago, unidos por el amor y la vocación de servicio

Recuerdos en el Día de la Enfermería: Mirta y Dago, unidos por el amor y la vocación de servicio
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Choele Choel.- Hoy se conmemora el Día Internacional de la Enfermería. Y sucede en un año muy especial por la alta exigencia que provoca la pandemia.7 en Punto se encontró con un matrimonio que, además de compartir la vida cotidiana, abrazaron esta noble profesión. Hoy recuerdan infinitas anécdotas, lejos de los llamados a la sala de urgencias y las sirenas de las ambulancias. Primero aparecen sus profesores, "los antiguos enfermeros y médicos" que les enseñaron que el paciente busca en ellos la atención profesional, y también el acompañamiento anímico para superar la enfermedad.Mirta Cárcamo está jubilada y contó sobre los primeros pasos en la enfermería luego de transitar durante 30 años los pasillos del hospital. Ocupó el cargo de jefa de atención de Pediatría y Sala de Parto. Recordó con nostalgia su ingreso a Salud Pública, un 1 de noviembre de 1982 en el hospital de Luis Beltrán. Luego llegó el traslado al nosocomio de Choele Choel.Con 22 años, Mirta logró un viejo anhelo que atesoraba desde muy chica. Jugaba con sus hermanos a que ella atendía y que era quién los iba a cuidar. "Y este sueño se cumplió con el correr de los años", dijo.Un día, su hermana le dijo que se había abierto la inscripción para enfermería en el hospital. "Sin dudarlo, fui y me anoté. Y al tiempo rendí el curso de ingreso, luego llegaron los estudios más específicos de la carrera, tanto en la teoría como en las prácticas", contó. Al principio fue complicado porque ya tenía a sus dos hijos que eran chicos. Tuvo que hacer malabares entre el estudio y la atención de su casa.Recordó a sus profesores, Teresa Gaona, Silvia Cárcamo, Ramón Álvarez y Haydee López Mármol. "Me enseñaron que el pacientes es la persona que espera nuestra ayuda y que merece todo el respeto por parte nuestra", dijo.Hubo enfermeros que la ayudaron desde el primer día, como Nora Prado, Mabel Peña, Elder Seguel, Lidia Seguel, Hilda Maldonado, Irma Torres.Cuando ingresó por primera vez a la sala de parto, dijo segura que "ese era su lugar". Disfrutaba de estar cerca de la madre para tranquilizarla. "Y luego llega el bebe y comienza su cuidado en la sala de neonatología, hay que darle los cuidados necesarios para que pueda juntarse con su madre. Es un momento único, es hermoso ver ese primer beso madre-hijo, es en ese momento en que un enfermero sabe que su trabajo fue bien realizado".

"Tuve muchos compañeros con los que, a veces, llorábamos a escondidas", contó Mirta

A lo largo de su carrera, Mirta cosechó muchos compañeros "con los que supimos llorar a escondidas". Admitió que es un trabajo para el que tenés que estar preparado para afrontarlo. "O darle a alguien la terrible noticia de la pérdida familiar o una derivación urgente. Son momentos que uno guarda, y que a veces vuelven a la memoria, sin pedir permiso", comentó.Entre tantas anécdotas, una apareció primero. Una señora que hizo toda una travesía para llegar al hospital desde un campo cercano a Pomona con su bebé de 4 meses en brazos. Un auto paró, la levantó y la acercó hasta el hospital de Lamarque. "De allí la trajeron en muy mal estado, estábamos esperándola", recordó. Cuando llegó con su bebé, "fueron momentos de mucha ansiedad y, por suerte, el pequeño pudo recuperarse. Mirta lo recuerda especialmente porque colaboraron todos, médicos, enfermeros, camilleros, "todos abrazados a esta profesión". Y cuando el bebé fue dado de alta, llegó el abrazo sincero de su madre. Un apretón en forma de agradecimiento.La alegría de "Dago"Dagoberto era conocido como "Dago". También enfermero, siempre con una sonrisa, silbando o cantando bajito por los pasillos del hospital. Siempre, desparramando alegría para las personas que lo encontraban. "Había que poner todo lo profesional, pero a la vez un poco de alegría para que su recuperación fuera más efectiva y sobre todo, llevarle tranquilidad. Tanto para el paciente como para su familia", comentó.Se retiró de la profesión con 30 años de servicio en el hospital de la ciudad. Primero trabajó de albañil para poder llevar adelante su familia que había formado con Mirta. "Me costó mucho", admitió, porque no había podido terminar la primaria. Tuvo que trabajar desde muy chico.Un día -aparentemente cualquiera- apareció su amiga Adriana Flamengo y le propuso anotarse al curso de enfermería. Le aclaró que no había terminado sus estudios, pero a ella no le importó. Y el propusieron: "si vos terminas la primaria, yo también me anoto en la carrera de enfermería".Los primeros pasos no fueron fáciles porque tenía que continuar con sus trabajos de albañilería. La ayuda familiar -destacó- fue fundamental. Se retiró siendo jefe de enfermería aunque toda su carrera la hizo en la sala de urgencia y, luego, en la salas de internación."Los más lindo de esta carrera es ayudar al otro, estar en los momentos duros", reconoció y agregó que también es muy gratificantes ver que asoman nuevos enfermeros y enfermeras. De esa forma pueden volcar su rica experiencia.Ambos coinciden en que "si tuviéramos que empezar de nuevo, volveríamos a ser enfermeros". El trabajo de Mirta y Dago en el Valle Medio luce la vocación de servicio que distingue a esta profesión que hoy se celebra en todo el mundo.

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