23/03/2017

RELATOS que merecen ser oídos (Cap 1) - Dionisia Torres

La Asociación Amigos del Museo de Choele Choel recopiló, con motivo de conmemorarse el pasado 18 de Marzo el 135 aniversario del asentamiento definitivo del pueblo de Choele Choel, las memorias de un grupo de mujeres de principios del siglo pasado.Estos relatos encierran un gran valor histórico porque nos depositan en aquellos tiempos y permiten hacer un imaginario recorrido que nos lleva a conocer costumbres de aquellos años pasados entrelazados con descripciones de la geografía choelense, la sociedad y hasta las formas de pensar la vida de la mujer de entonces.Hoy comenzamos con la historia contada en primera persona de Doña Dionisia Torres de IbarrondoCuenta que eran una larga familia de cinco mujeres y cinco varones.“Éramos gente humilde, trabajadora... mamá, papá, criados todos salieron del lugar donde vivían y vinieron a Negro Muerto" - comienza diciendo."Yo tendría siete años. Todos nos criamos allí: en la Estancia de Galli. Papá trabajaba en la estancia como esquilador. Y nos dieron una isla para que estuviera la familia. Las hermanas se hicieron grandes y se pusieron a trabajar con los Bellochio, con Pancho"."Yo tendría catorce años cuando comencé a trabajar y estuve seis años. Lo único que me faltó fue ir a la escuela. Allá hubo escuela mucho después"."Vivía en la casa del personal"."La comisaría no estaba todavía. Estaba el galpón de esquila y la casa de los peones, donde estaba mi cuñado de capataz, Trancamilla, que se casó con una hermana.”Dionisia era la lavadora, era la mucama, servía las mesas cuando venían los patrones de Buenos Aires."Eran tres hermanos los Galli, gente muy buena... Mi patrón venía en avión y preguntaba por mí. El ya no veía nada"."Cuando me casé entró a trabajar mi hermana Francisca... Hija, vos sos la Dionisia - preguntaba - No señor... Dionisia se casó. Ah, está bien". respondía.Julio Romero y su Señora fueron los últimos patrones que tuvimos. Fue la mejor época de Negro Muerto. Nunca tuve un patrón malo”.En Castre (otra estancia de la zona) hasta recuerda el revuelo que causaron unos fantasmas, también estuvo allí."Los dos campos eran de los Galli y se utilizaba una balsa para pasar".Recuerda los nombres de los empleados, de sus mujeres. "Era como un pueblo chico. Se hacían fiestas, jugaban al fútbol, iban a bailar. Venían muchachos de Buenos Aires y las chicas iban para allá: Amelia Bidegain, Genoveva Espinel, Hortensia Boland (los Boland llegaban a la estancia a buscar lana). Era muy linda la estancia".Dionisia cree que su vida fue muy linda, que la pasó muy bien. Se crió de padres humildes pero muy trabajadores. Su papá era un hombre de campo, Jerónimo Torres. Damián Torres era hermano de él. Es un árbol genealógico muy grande."No tuve patrón malo" repite y se admira que "ahora haya chicas que no quieran trabajar... Ganaba mucho de propina con los patrones"Su papá llegó por trabajo a Negro Muerto y sus hijos también trabajaron allí. Su madre hacía telares. Cuando llegaron todos tuvieron trabajo. Por pedido, su mamá hizo 30 alfombras tejidas en telar para los Galli.Dice Dionisia "ahora a veces me enfermo pensando: ¿ qué hago ahora?... pero piensa luego que hizo todo lo que tuvo que hacer. A poco de irse de Negro Muerto pronto conocí a mi esposo esposo. Él iba a Negro Muerto... los Ibarrondo tenían estancia cerca, pero lo conoció en Choele".Recuerda a sus hermanos: Damián, Rosario, Aurora. "Cuando cumplí 19 años tuve que salir - recuerda - porque cuando Romero llegó quiso sacar la gente vieja... Se fue mi familia, le dije a la Señora, búsquese a alguien que me voy porque se va mi familia... la señora lloraba".Pero la vida se va abriendo camino. “Yo soy una mujer de mucho corazón... Estando en Negro Muerto llegaron unos vecinos del pueblo comentando de la familia Ibarrondo. Estaba sirviendo la mesa y comentaron los vecinos lo que le había pasado. La vida lo había dejado solo con niños pequeños".Dionisia, de 19 años, los amó y cuidó. Y unieron sus destinos, la familia se agrandó.El corazón de Dionisia ha sido una gran casa a cuya sombra creció una gran familia que la ha homenajeado recientemente por sus jóvenes 100 años. Dionisia Torres lleva en sus espaldas una vida de esfuerzos y generosidades... por eso su historia merece ser contada.

Te puede interesar
Ultimas noticias