"Septiembre del 88", el fútbol como el país

Seguramente si peinas alguna cana o si sos un joven con alma de una persona más grande, conozcas el tema de Cacho Castaña "Septiembre del 88" y a que hace referencia su letra. Pero para que este escrito no sea para una minoría, decido contarles que allí, Cacho comienza a escribir una carta a un amigo en Italia.Le comienza contando de las peripecias argentinas, que este país no avanza, más bien retrocede. Que todo es tristeza y desazón, desanimo. Que hay gente que continúa destruyendo todo lo lindo que tenemos y nos hace perder la ilusión de ser un poco mejores. En medio de ese relato, vuelca su mate sobre la carta y retoma la escritura, pero con otro ánimo. Cambia todo lo anterior por un mensaje alentador, de esperanza. Le comenta que, a pesar de las crisis de toda índole, vamos a salir adelante. Lo invita a regresar, a unirse al cambio, a ser mejores juntos.Decidí trazar un paralelismo. Esta canción es tan fútbol argentino que probablemente otro ya haya escrito sobre esto y mi pensamiento sea uno más. Cacho habla de una Argentina triste, de caminantes que ya no caminan. Claro, como el fútbol argentino, con apenas un puñado de partidos durante el año, con un torneo el cual se disputó una fecha y pudo definir clasificación a las copas, pero no así descensos ni tampoco ascensos dejando a los clubes de B nacional una temporada más allí sin importar lo bien o mal que estabas haciendo su gestión.Un fútbol argentino que no pudo devolver nunca más los visitantes a las canchas, que perdió el color, el folklore de las hinchadas, que no pudo frenar al negocio de los violentos que quitaron a las familias de las canchas. El mismo fútbol que tiene una asociación que creyó conveniente alguna vez apoyar un torneo de 30 equipos para luego desdecirse, pensar todo lo contrario y pos pandemia pensar en un torneo de 28, justo cuando llegaba el tan ansiado torneo de 20.Todo mal, todo al revés, sin sentido común, dándole ventajas y posibilidades de decidir solo a los grandes y sin tratar de equilibrar un fútbol que es por excelencia el semillero del mundo. Hoy, más allá de algunas alentadoras excepciones, eso ya no ocurre. El fútbol de elite dejó de prestarnos atención para empezar a mirar el brasileirao, la liga mexicana o la MLS. Torneos con una estructura un poco más seria, con organización y previsibilidad.Como a Cacho, se me vuelca el mate y vuelvo a arrancar. Como el fútbol argentino, que el viernes volvió a comenzar luego de 7 meses en el Juan Carmelo Zerillo, estadio de Gimnasia de La Plata que recibió a Patronato. El 30 de octubre del 2020, mismo día en el que Diego Armando Maradona cumplió 60 años. No hubo gente para ovacionarlo, pero sí una celebración especial, acorde a la persona que pisa ese césped para dirigir a su equipo. Y también muchos de nosotros del otro lado del televisor, emocionados, con otro homenaje en vida para alguien que dio tanto por la selección argentina.Pero habrá más, elegiremos ver un Vélez-Huracán por encima de un Alavés-Barcelona. Luego, vibraremos con Argentinos-San Lorenzo y esperaremos con ansias Lanús-Boca. El domingo no será dominguicidio porque en la previa al asado miraremos Defensa-Colon y no la perfecta Premier League. Después, estaremos pegados a la pantalla mirando a Racing, Independiente y River. Por último, la semana arrancara un poco mejor porque al terminar la jornada de lunes tendremos a Rosario-Godoy Cruz.Nos gusta nuestro fútbol, como nos gusta nuestro país. Muchas veces fue manoseado, ultrajado, despojado de toda seriedad, manejado por dirigentes sin sentido común y con intereses propios. Pero allí vuelve a comenzar, sigue vivo. Allí sigue intacta la pasión de ese abuelo que transmitió el amor por los colores a sus hijos y ahora se sienta con su nieto a mirar el partido. Probablemente ya no le importe tanto el resultado y si un poco más compartir ese momento.La alegría será efímera, nos agarraremos la cabeza una vez más cuando a nuestro fútbol vuelvan a hacerle daño. Pero seguirá siendo nuestro fútbol y creo que eso, no es poco.