05/12/2021

"Sufrí mucho": La dramática experiencia de atravesar el infierno de las drogas

"Sufrí mucho": La dramática experiencia de atravesar el infierno de las drogas
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Choele Choel.- Esta es una historia ahogada -por momentos- en las drogas y el alcohol. Es también una historia de superación personal, de tocar fondo y salir. Cuando parece que la vida ya no tiene sentido pero algo hace que se corran las pesadas nubes que envuelven pesadillas.Samuel Nancucheo tiene 36 años y le contó a 7 en Punto, en un mano a mano, cómo fue atravesar el infierno de las drogas y el alcohol. Y que hoy, luego de largos tratamientos e internaciones, puede y quiere contar cómo es esa tormenta infinita y constante para que otras personas la eviten.Siempre en positivo, que todo puede cambiar. Únicamente si uno se lo propone. Cuesta mucho, pero no es imposible."Hoy tengo un círculo cerrado de amigos, dejé atrás aquellos 'amigos' que hoy -luego de alejarme de las adicciones- dejaron de serlo. Hoy mi vida está conformada por mi esposa y mi hija Pilar, que son las personas por las que trato de salir adelante desde que me levanto hasta que cae la noche", contó Samuel.Su historia con las adicciones comenzó a los 18 años, cuando empezó a salir a los boliches. Primero fue el alcohol a través de la cerveza, luego un amigo le convidó marihuana y "después de eso quise dar un paso más y a los 20 probé la cocaína. La consumí hasta los 32 años".Admite que llegó al extremo de consumir marihuana, cocaína, LSD y mucho alcohol. Y su cuerpo le pedía más. "Consumía de 10 gramos de cocaína, que es mucho. Supe estar cuatro días sin dormir, era una cuestión de consumir sin pensar en nada. Lamentablemente, y sin escuchar a nadie, caí en el peor mundo de las drogas".Samuel intentó muchas veces salir. Practicó deportes, pero no funcionó. "Fue difícil entender que me estaba equivocando porque me gustaba mucho consumir y pensaba que era el camino adecuado para mi vida. Y una vez que entré, me olvidé de todo. Yo creía que por fin había encontrado una forma de subsistir sin importar el daño que le causaba a mi familia", comentó y recordó haber llegado al hospital con una sobredosis. Estuvo tres días internado. Y cuando salió, se reincorporó sin titubeos a la pesadilla.

"Un día llegué a las 4 de la mañana luego de estar ausente por tres días. Vi a mi mamá llorando en un sillón. Y a mi papá también, en la habitación. Cuando escuchaban las sirenas de los bomberos o de la policía salían a buscarme. Siempre pensaban lo peor"

Una vez consiguió el arma de un amigo. Se las dio sin balas y como nunca había tenido una en sus manos, no le prestó atención. Se dirigió al puente carretero y de pronto, en una brisa, asomaron en su cabeza las imágenes de su hija con un vestido de los 15 años, rodeada de familia. Pero él no estaba en ese retrato. "Ese fue mi punto de quiebre. Lloré y pensé qué sería de ella sin mi presencia como padre. En ese momento toqué fondo y decidí buscar ayuda para salir del infierno".Para Samuel, la droga puede llegar a cualquier persona, a un familiar, amigo. La droga está metida en las venas de la sociedad; "antes se marginaba a una persona que se drogaba, hoy en día, si no consumís, no sos un amigo. No entrás en un grupo. Yo perdí muchos años de mi vida por hacerlo. Y ya no los recupero"."Sufrí mucho, terminé durmiendo en la calle, perdí mi trabajo y me quedé sin afectos. Llegué a la situación de robar para poder consumir drogas. De ser un laburante conocido en la sociedad, con un trabajo, un auto, llegó el momento en que perdí todo", contó.Lamentablemente, cuando ingresas a ese mundo de adicciones, la sociedad te apunta y te margina. Por eso creas tu propio mundo, totalmente paralelo al resto. "Son muy pocas las personas que se acercan y quieren ayudarte. Quizás uno mismo se pone el escudo de 'estoy bien, no necesito de nadie'".Samuel está convencido que el rol que cumple la familia es muy importante. Siempre le hablaron, le dieron consejos pero él no escuchaba. Vio muchas veces llorar a sus padres. Recordó una escena. Llegaba a las 4 de la mañana y luego de estar ausente por tres días, "vi llorando a mi mamá en un sillón. Y mi papá también en la habitación. Cuando escuchaban las sirenas de los bomberos o de la policía salían a buscarme. Siempre pensaban lo peor".Su familia se cansó. Un día llegó a su casa, sintió el sufrimiento de su familia y les dijo que quería internarse. Buscaron un lugar y se encontraron un centro de rehabilitación cristiano, "Reto a la vida". Es un lugar en el que la fe es herramienta. "Para mí fue algo fantástico porque conocí otras historias de chicos que estaban atravesando lo mismo que yo. En Puerto Madryn estuve un año. Hacíamos actividades, nos enseñaron oficios, taller de pintura, albañilería, carpintería", recordó y mencionó que tenían "guías" que te acompañan desde que te levantas y te escuchan, "te dan esa palabra justa que te hace ver que la vida es otra cosa, bella y que hay que vivirla".Luego del año de internación, volvió a Choele Choel. Pudo abrazar muy fuerte a sus padres. Les pidió perdón por todo el daño. "Pero el momento en el que mis pies temblaron fue el encuentro con Pilar, mi hija. Ese fue el momento donde nos conocimos de nuevo. Empecé a pensar en un futuro juntos. Y que, como decían los guías, la vida es bella y hay que disfrutarla".Samuel siente la obligación de compartir su experiencia a muchas personas que transitan el mundo de las drogas. "Y les digo, yo gané. Le gané a las drogas y vos también podés".Hoy integra el grupo Centro de Día, un espacio donde tratan las adicciones, cuentan con referentes que realizan un seguimiento a los miembros del grupo. Hoy sus vecinos ven un Samuel distinto, con otro semblante con proyectos y ganas de dar una mano.Vida nueva En Choele Choel está trabajando en el centro de Vida Nueva que pertenece a Desarrollo Humano de la Municipalidad. Y también lo hacen en convenio con la Agencia para la Prevención y Asistencia del Abuso de Sustancias y las Adicciones (APASA). Están los días lunes, miércoles y viernes, con primera escucha, asistencia a las personas con problemas de adicciones, visitas domiciliarias, acompañamiento, "brindamos herramientas para que los chicos y familias puedan salir de estas adicciones. Y también tenemos las reuniones grupales los días lunes a las 19:30 en el C.I.C de esta ciudad, en Namuncura y Villegas".También brindan el servicio en Luis Beltrán, por intermedio de Desarrollo Humano del Municipio, los días miércoles desde las 20 a 22 horas, y los jueves desde las 17 a 20 horas. Realizan acompañamiento, visitas, intervenciones domiciliarias, brindan herramientas a las familias, y las reuniones grupales funcionan los días miércoles de 20 a 22 horas en Blas Parera y Beruti, ex salón de Luz y Fuerza de Luis Beltrán.Para finalizar, Samuel quiere compartir una reflexión. "Si estás perdido en las adicciones, que no encontras un rumbo, te quiero decir que sí hay salida, hay que creer. La vida es bella, hay futuro. La droga al principio te da cosas sin sentido, pero tratá de salir adelante, por vos y tu familia. Si te lo propones, busca ayuda porque siempre se puede salir de las drogas, está en vos, te esperamos"

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