29/08/2021

"Me emocioné mucho": Rodrigo caminó casi 400 kilómetros para cumplir la promesa a su abuelo

"Me emocioné mucho": Rodrigo caminó casi 400 kilómetros para cumplir la promesa a su abuelo
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Chimpay.- Y Rodrigo logró cumplir la especial promesa. El caminante de Los Menucos recorrió 385 kilómetros para visitar el santuario de Ceferino Namuncurá, un deseo que su abuelo no pudo cumplir. Su nieto lo hizo por él.Cerca de las 14 horas de ayer, una columna de vecinos se unió y salió a la ruta a esperar a Rodrigo para escoltarlo hasta el Parque Ceferiniano. Muchas emociones pintaron el paisaje cuando la silueta del joven fue asomando. La exigente travesía duró 6 días, desde la madrugada fría del lunes.Rodrigo habló con 7 en Punto y contó que la razón que dio inicio a esta hazaña fue, en parte, porque no tuvo una infancia muy feliz. "La idea fue concientizar a la sociedad sobre las diversas amenazas y maltratos que sufren nuestros niños", señaló y recordó que el nombre de la caminata fue "Por una infancia feliz". Está convencido que puede servir en algo para reflexionar sobre este relevante tema."Tuve momentos en los que mis piernas no me acompañaron. Me dolían mucho, el cansancio fue extremo, además tuve que soportar los vientos y la lluvia en General Roca. El clima es muy distinto al de Los Menucos", describió y destacó mucho el acompañamiento de muchas personas que lo saludaban con efusividad apenas lo veían.Le tocaron bocina también. Y cuando abrió sus redes sociales se encontró con más palabras de aliento. "Hicieron que el cansancio se fuera y mirara para adelante".

"La idea fue concientizar a la sociedad sobre las diversas amenazas y maltratos que sufren nuestros niños"

Cuando llegó a Chelforó, se dio cuenta que el gran tramo ya había quedado atrás y respiró aliviado. El clima de ayer fue sofocante, "quizá influyó también el cansancio"."Y cuando encabecé la curva grande, vi a muchas personas que estaban a la orilla de la ruta. Lo relacioné de inmediato a peregrinos que se dirigían a Chimpay, pero el asombro fue muy grande cuando me llamaron por mi nombre", contó asombrado. Escuchó palabras de aliento, aplausos de aliento. Admitió que la sensación que vivió fue indescriptible, "muy hermosa, me emocioné mucho. Pero tomé aire, despejé la mente y me decía a mí mismo que faltaba poco".Cuando ingresó a Chimpay los aplausos rodearon el momento emotivo, "y al entrar al parque ceferiniano mi cuerpo se relajó, una sensación de desahogo me invadió por momentos, quizás fueron los nervios o la ansiedad, pero ya estaba. Había llegado a este lugar tan sagrado".Cuando se paró frente al santuario lo invadió una emoción muy grande. Recordó el motivo del inmenso desafío. Recordó a su abuelo, hilvanó una plegaria para él, "que seguramente me acompañó y me protegió durante todo el recorrido. Y al darle gracias a Ceferino sentí que mi meta había finalizado. Y viendo a tantos padres con sus hijos mirándome, pensé que el mensaje había llegado. Esta travesía quedará conmigo durante toda mi vida".Cuando Rodrigo pudo distenderse y recuperar el aire, la Dirección de Turismo homenajeó al gran caminante. Le expresaron admiración y entregaron un certificado con una leyenda que sintetiza toda esta hazaña. Y que la fe y cada acción está en cada uno para cumplir cualquier sueño.

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